Para llevar lo mejor posible nuestro caminar por esta
vida, una buena cosa es buscar a diario una ilusión, pero no hace falta que sea
algo grande o importante, sino todo lo contrario, algo pequeño, sencillo, que
te haga descubrir la belleza de la vida entre lo más insignificante. Esa
pequeña ilusión alimentará día a día tu alma, al igual que la comida lo hace
con tu cuerpo.
Durante el verano, por ejemplo, planto en mi terraza una
planta que se llama “Don Diego de noche” la cual da una serie de flores que se
abren cuando el sol se retira y desprenden un agradable olor muy peculiar. Me
acerco a ellas y descubro cuantas y de qué colores se han abierto ese día. Y no
hay una noche en que no me vaya a la cama sin haber mirado cómo son las nuevas flores
de ese día y aspirado su aroma que me trae recuerdos de la infancia.
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