jueves, 30 de noviembre de 2023

Raíces (y 5)

El matrimonio de Gaspar Fisac Orovio y Concepción Clemente Pozuelo tuvo seis hijos, tres varones y tres mujeres: Mercedes, Rafael, Carmen, Domingo, Concepción y Gaspar. Mercedes fue profesora de música y dedicó su vida al cuidado de su hermana menor. En cuanto a los varones, Rafael fue profesor de enseñanza media en Madrid, Domingo fue catedrático en Ciudad Real y Gaspar fue farmacéutico, primero en Daimiel y después en Madrid.
 
Gaspar Fisac Clemente se casó con Isabel Rodríguez Pinilla y tuvo cuatro hijos: María del Carmen (farmacéutica), Gaspar (Publicidad), Vicente (Publicidad y Periodismo) e Isabel (que murió a los pocos años de nacer).
 
De Vicente podemos decir que nació el 7 de enero de 1949 en Madrid, pero no porque vivieran sus padres en Madrid sino porque se desplazaron expresamente desde Daimiel a Madrid para que naciera en un hospital. Una vez nacido, regresaron a Daimiel y allí pasó su infancia hasta que a la edad de 9 años toda la familia se trasladó definitivamente a Madrid.
 
También podemos decir, como datos curiosos, que el abuelo de Vicente, Gaspar Fisac Orovio, nació un 8 de enero, su padre, Gaspar Fisac Clemente, un 6 de enero, y Vicente entre medias de los dos, un 7 de enero. Curioso resulta también que el abuelo fue médico, periodista y poeta, el padre fue farmacéutico y poeta, y Vicente fue periodista y poeta y trabajó en la industria farmacéutica y el Consejo General de Colegios de Médicos, en una vida dedicada por completo al mundo de la Comunicación.

 

Las sorprendentes y divertidas “Memorias” de un Director de Comunicación fuera de lo corriente…
“Memorias de un Dircom”: https://amzn.to/32zBYmg

miércoles, 29 de noviembre de 2023

Raíces (4)

En el año 1885 Gaspar Fisac Orovio apoyó a su hermano Deogracias para la fundación del diario “El Eco de Daimiel”, y encontró en este medio de comunicación una eficaz arma para denunciar las injusticias y luchar por la mejora de la sanidad y las condiciones de vida de los daimieleños.
 
Como “El Eco de Daimiel” se definía como un “Periódico político de ciencias, literatura y arte”, Gaspar pudo dar rienda suelta a su vocación de escritor que no sólo reflejó en numerosos escritos e incluso en la publicación de poesías propias y ajenas, sino que también la trasladó al día a día de la sociedad daimieleña promoviendo y participando activamente en numerosas actividades culturales. La fama de Gaspar como consumado poeta se hizo patente y tanta era su soltura que se atrevía, incluso, a improvisar y componer poemas sobre la marcha.
 
Pero además de médico, fue epidemiólogo, inventor, ecologista, periodista, poeta, y autor, director y actor de teatro.
 

Las sorprendentes y divertidas “Memorias” de un Director de Comunicación fuera de lo corriente…
“Memorias de un Dircom”: https://amzn.to/32zBYmg

lunes, 27 de noviembre de 2023

Raíces (3)

Gaspar Fisac Orovio nació en Daimiel el seis de enero de 1859, en el número 10 de la calle Don Pedro, y al día siguiente fue bautizado en la parroquia de Santa María.
 
Era hijo de Juan Vicente Fisac Valverde, carpintero de profesión y natural de Daimiel, y de María Francisca Orovio Santa Cruz, maestra de profesión y natural de la cercana localidad de Torralba de Calatrava. Pertenecía, pues, a la clase media acomodada, como hijo de un matrimonio en el que, curiosamente, ambos cónyuges trabajaban, algo poco frecuente en aquella época salvo en las clases bajas donde todos los miembros de la familia –incluidos los niños- debían trabajar para conseguir el sustento necesario cada día. María Francisca Orovio llevaba, pues, una notable actividad profesional llegando a formar parte (en 1886) del tribunal de oposiciones a regente en la Escuela Práctica agregada a la Normal de Ciudad Real, siendo por consiguiente juez en las oposiciones a las escuelas de niños vacantes en Manzanares y Villanueva de la Fuente.
 
La primera vivienda de Juan Vicente estaba en la calle Nuestra Señora de la Paz, a la que popularmente se conocía como “la calle empedrada” porque era una de las pocas que estaba adoquinada y por consiguiente libre del barrizal e insalubridad propio de las otras calles, especialmente en los días de lluvia. En esa calle, además, se encontraban las mejores casas del pueblo.
 
Juan Vicente y María Francisca tuvieron cinco hijos. El mayor era Deogracias; el segundo Felipe; el tercero Gaspar; el cuarto Manuel; y finalmente el quinto fue una niña, María Antonia. Todos ellos recibieron una esmerada educación, tanto moral como académica, destacando Deogracias, que se doctoró en Farmacia; Gaspar, que se doctoró en Medicina; y Manuel, que se licenció en Derecho y ejerció como juez en Daimiel.
 

Las sorprendentes y divertidas “Memorias” de un Director de Comunicación fuera de lo corriente…
“Memorias de un Dircom”: https://amzn.to/32zBYmg

sábado, 25 de noviembre de 2023

Raíces (2)

A mediados del siglo XIX la situación social no era muy halagüeña. Por aquella época el índice de analfabetismo era altísimo, rozando el 70 por ciento; es decir, siete de cada 10 personas eran analfabetas. En pueblos como Daimiel (Ciudad Real), en donde va a transcurrir esta historia, las calles eran de tierra, no existía alcantarillado y no había agua corriente en las casas. Eso sí, un buen número de ellas (más de mil) disponían de un pozo del que extraían agua potable para su consumo y utilización en la limpieza. Claro que la gente tenía por costumbre tirar a la calle los cubos con el agua sucia y... lo que no era agua sucia, al simple grito de “¡agua va!” para que quedaran advertidos los eventuales transeúntes y no se viesen duchados con semejantes inmundicias. La educación era precaria, la higiene casi inexistente, la incultura manifiesta. Como en las casas no había agua corriente, debían llevarla a sus dormitorios o cuartos de aseo en cubos, en donde con una jarra y una palangana se lavaban. El váter estaba fuera de la casa, en el patio o corral, y consistía –en el mejor de los casos- en una tabla con un agujero que daba a un pozo a donde iban a parar las deposiciones. No se disponía de calefacción, y el punto cálido de reunión para la familia consistía en una mesa camilla bajo la cual se encendía un brasero, si bien en las mejores casas se disponía de varias habitaciones con chimenea para calentar esas estancias; por el contrario en las casas más humildes, sólo la chimenea o el lugar para cocinar propiciaba ese calor. Siendo el clima de La Mancha extremo, los inviernos eran muy duros en tales condiciones. Estaban de moda los calentadores, unos recipientes de metal en donde se metía carbón encendido, y dicho recipiente se metía dentro de la cama unos minutos antes de ir a acostarse para dejar caliente el hueco que habría de ocupar después el cuerpo. Las mejores casas disponían de dos pisos, de los cuales el superior se ocupaba en invierno y el piso bajo (más fresco) en el verano, aunque no siempre era así puesto que en muchas de ellas se destinaba aquél piso superior a guardar alimentos y enseres; por el contrario, las casas más humildes eran de una sola planta sin ningún tipo de comodidades. La pobreza reinaba por doquier y las órdenes religiosas, en quienes recaía la responsabilidad de atenderlas, no daban abasto.
 
Con todo, cabía considerar a Daimiel como uno de los pueblos más importantes y avanzados de La Mancha. Tan solo unos años antes, en 1842, y en virtud de una ley aprobada en las Cortes, se constituyó oficialmente como cabeza de partido judicial que comprendía los pueblos de Arenas de San Juan, Fuente el Fresno y Villarrubia de los Ojos, siendo Daimiel la cabeza de este partido. Su población real se situaba en torno a los 15.000 habitantes (aunque el censo oficial indicaba unos tres mil habitantes menos).
 

Las sorprendentes y divertidas “Memorias” de un Director de Comunicación fuera de lo corriente…
“Memorias de un Dircom”: https://amzn.to/32zBYmg

jueves, 23 de noviembre de 2023

Raíces (1)

Daimiel (Ciudad Real, España). Año 1859. Eran tiempos de inestabilidad política. El general Leopoldo O’Donnell había fundado un nuevo partido, la Unión Liberal que, aun habiendo salido del ala derecha del progresismo se le consideraba un partido de centro con el que intentaba evitar la lucha de los partidos tradicionales. En diciembre de ese año abrieron las Cortes en donde el nuevo partido obtuvo una mayoría aplastante; los progresistas se quedaron con solo 21 escaños, algunos menos los conservadores y tan solo una representación testimonial los absolutistas. O’Donnell convirtió España en una dictadura de centro aun cuando se conservasen las formas parlamentarias.
 
El 22 de octubre España declaró la guerra a Marruecos por un “quítame allá esos escudos”. Los escudos de España labrados en los pilones fronterizos fueron destruidos, primero uno y, tras exigir disculpas y reposición de los mismos, la respuesta recibida fue la destrucción de otro. Ante el ultimátum lanzado, Marruecos dio unas respuestas ambiguas y poco satisfactorias por lo que el parlamento español aprobó la declaración de guerra a la que, curiosamente, todos (sociedad civil y militar, políticos y pueblo llano) respondieron con inusitado entusiasmo. Los militares querían satisfacción por aquella afrenta y los civiles soñaban con los beneficios que podrían reportar unas nuevas tierras conquistadas. Ejército y población miraban complacidos aquellos acontecimientos sin reparar en el coste humano (más de 70.000 bajas) que cayeron... pero no por las balas enemigas sino que la mayoría de aquellas bajas sucumbieron abatidas por el cólera.
 
Y si la campaña de Marruecos fue desastrosa, más aún lo fue la de Conchinchina (el sur del actual Vietnam), ya que en ese mismo año España renunció a cualquier reivindicación territorial y no fue capaz de obtener ninguna ventaja comercial en los tratados de Saigón y Hué.
 
A nivel industrial, la aplicación del vapor a la navegación y a la industria llevó al Gobierno a replantearse la utilización del carbón mineral que hasta entonces tenía muy poca demanda siendo su extracción y transporte muy caros, tanto como para que resultase más barata su importación (fundamentalmente procedente del Reino Unido) a pesar de los altos aranceles. Sin embargo las  nuevas medidas adoptadas por el Gobierno consiguieron dar impulso a esta industria que, en aquellos momentos contaba con 497 yacimientos carboníferos que producían 198.000 toneladas, aunque extraída la mayor parte de las mismas de sólo 15 de esos yacimientos. Se trataba de una ley sumamente liberal ya que daba toda clase de facilidades a los prospectores y explotadores de minas, y partía de la distinción entre suelo y subsuelo, siendo la superficie de propiedad particular mientras que el subsuelo quedaba bajo el dominio del Estado.
 
Y en medio de tantos desastres asomaba tímidamente la luz de la poesía, aunque lo hacía tan solo en Cataluña, en donde aquél año volvieron a instaurarse los Juegos Florales para estimular el renacimiento de la lengua y cultura catalanas dando voz y relieve a los poetas.
 

Las sorprendentes y divertidas “Memorias” de un Director de Comunicación fuera de lo corriente…
“Memorias de un Dircom”: https://amzn.to/32zBYmg