Estados Unidos, el "Tío Sam" para los amigos, estuvo más listo que nadie y compró el Canal de Panamá.
Las compañías Universal del Canal Interoceánico, primero, y La Nueva Compañía del Canal de Panamá, después, quebraron una tras otra, así que apareció el Tío Sam y el gobierno del presidente de Estados Unidos, Roosvelt, compró esta última por 40 millones de dólares.
Como hacía falta mucha mano de obra, Estados Unidos puso a los ingenieros y ofreció sueldos bajos para los obreros extranjeros, que llegaron atraídos por esos sueldos que para ellos (allí en sus países respectivos) eran sueldos altos.
Al final, la construcción del Canal de Panamá le costó al Tío Sam 223 millones de dólares. Los honores y los beneficios, como de costumbre, fueron para Estados Unidos, y el sudor y las calamidades, para los obreros nativos y europeos.
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