El
Parlamento español tiene una buena representación de diputados afines a los
talibanes. Hace años, todo el mundo occidental se llevaba las manos a la cabeza
cuando veía cómo los talibanes destruían el templo de Palmira (Siria), una joya
histórica y arquitectónica de hace más de 2.000 años. Querían con eso, los
talibanes, borrar todo signo de idolatría, y poco le importaba la historia o la
cultura o el arte. (En la imagen superior una de las fotos difundidas por los
talibanes mostrando su “hazaña” de destrucción de esta joya arquitectónica).
Ya
más recientemente en España, los talibanes españoles del partido político
Podemos, querían destruir el Valle de los Caídos que, aunque –salvando las
distancias- no es equiparable a Palmira, no deja de ser un bello monumento
arquitectónico. Afortunadamente no lo consiguieron y tuvieron que contentarse
con que sus socios socialistas sacaran de allí el cadáver de un antiguo gobernante
español, del que casi nadie se acordaría si no fuese porque los propios socialistas
y los de Podemos se pasan todos los días hablando de él.
Ahora,
esos mismo talibanes españoles vuelven a la carga, con su obsesión por
dinamitar monumentos, y proponen al parlamento regional derruir el Arco de la
Victoria que se encuentra en la entrada a Madrid por la carretera de La Coruña.
(Ver imagen).
Algunas
voces un poco más moderadas, piden cosas más sensatas, como cambiar su
denominación por “Arco de la Memoria”, o bien levantar en sus inmediaciones
otro monumento que rinda memoria a quienes perdieron esa guerra.
Desde
un punto de vista imparcial y aséptico, sin ningún tinte ni afinidad ideológica
ni partidista, la lógica nos dice que todo lo que sea construir, añadir, etc.
está bien; pero todo lo que sea destruir no es sino el más claro ejemplo de barbarie,
brutalidad e ignorancia.
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