El Dr.
Antonio Sitges-Serra tiene una larga trayectoria de 40 años ejerciendo la
cirugía y la investigación, y por su consulta han pasado miles de pacientes. Fruto
de esa larga experiencia, reconoce que los médicos y los pacientes viven de
espaladas a la muerte, se niegan a reconocer que todos tenemos que morir y se
aferran a la tecnología y a todo tipo de medicamentos para tratar de evitar lo
inevitable… lo cual da como resultado destrozar la calidad de vida del paciente
a cambio de una esperanza ficticia de supervivencia.
“El
tecnoutopismo –explica- nos exige vivir de espaldas a la muerte. Hablas con
oncólogos y la muerte no existe. Para ellos, hay un fármaco, un TAC y un tumor.
Y con eso van jugando hasta que la cosa explota. Pero tú no puedes decir que un
paciente de ochenta y tantos años no debe ingresar nunca en la UCI, porque te
llaman de todo. Sabemos que un enfermo de 85 años que pasa una semana en la UCI
tiene un 70 por ciento de posibilidades de morirse en el hospital, y otro 30
por ciento de morirse durante el año siguiente. El margen coste-efectividad del
tratamiento es nulo. Pero, como el sistema paga, esto no se valora en medicina
pública”.
“No
queremos morirnos –continúa-, ni tampoco queremos tener dolor, ni tristeza.
Entonces se medicalizan la muerte, el dolor y la tristeza, y sale ganando la
industria, no las personas. ¿Qué pasa cuando bajan el límite aceptable de
colesterol en la sangre? Que tienes millones de enfermos que necesitarán
millones de dosis de medicación. Por no hablar de esa otra cosa que hacen, que
es inventar enfermedades. El 40 por ciento de medicamentos que se han
demostrado mortales después de empezar a venderse tarda todavía dos años en ser
retirado del mercado. ¿Por qué? Porque el desarrollo del fármaco ha sido caro,
e intentan amortizarlo en los primeros años. La industria aprieta mucho porque
sabe que o bien el medicamento va a acabar desvelando algún problema, o no es
tan efectivo como se vende, o bien va a salir un competidor. ¿Cómo lo
consiguen? Con propaganda, y convenciendo a médicos, a veces con métodos poco
honestos. En la oncología, esto es muy normal. La oncología es una de las
prácticas más corruptas de la medicina. La gran mayoría de oncólogos de cierto renombre
cobran directamente de la industria farmacéutica, o a través de ensayos, o en
especies, o a través de congresos. La oncología es una de las especialidades
con más inversión de todo tipo”.
El Dr. Antonio
Sitges-Serra critica la excesiva medicalización de la vida: “Convierten en
enfermedad (con su fármaco correspondiente) la tristeza, el sexo, la nutrición,
la regla, la menopausia, la fealdad, la estupidez... Todo lo humano es
susceptible de tratamiento, y la industria amplía su mercado. Como dijo Huxley,
la medicina avanza tanto que pronto estaremos todos enfermos”.
Y no le
falta razón. “Esto es así porque hemos creado una sociedad hipermedicalizada e
hipocondríaca. Mira: cuando preguntaron a Oriol Bohigas, el gran urbanista,
cómo solucionaría el problema del tráfico en Barcelona, dijo: ‘Pues muy fácil,
haciendo que las calles sean más estrechas. Esta paradoja también se puede
aplicar a la medicina. Si tú vas generando necesidades, siempre vas a tener más
demanda. Si ensanchas las carreteras, tendrás más coches”.
Un buen
ejemplo de esto lo tenemos en las vacunas. “El calendario pediátrico de vacunas supone 45 dosis
en seis años, yo digo: ¿estáis seguros? Porque a lo mejor estamos sometiendo el
sistema inmune de estos chavales a un bombardeo que no sabemos en qué va a
terminar. Porque una cosa es que vacunes de las enfermedades como la viruela,
el tétanos, la tos ferina, difteria, poliomelitis, etcétera, y otra que
empecemos a ampliar el mercado: que si la meningitis, que si el neumococo, que
si el papiloma... Ahí nos estamos pasando. Hay vacunas que solo interesan a las
farmacéuticas”.
Por eso
quiere dejar bien claro que él no es ningún “antivacunas” y que ese debate
entre partidarios de las vacunas y los llamados “antivacunas” o “negacionistas”
le viene muy bien a la industria farmacéutica porque así quedan ellos del lado
de la medicina, la salud y el progreso, y no dejan ver a los ciudadanos la “hipocondria
social” en la que viven y alimentan a diario la prensa, los laboratorios
farmacéuticos, los políticos e incluso los médicos y las sociedades científicas.
Mañana
ofreceremos la tercera y última parte de las opiniones del Dr. Antonio
Sitges-Serra, que nos deben hacer reflexionar sobre el equivocado rumbo que
está tomando la Medicina y la sociedad actual.
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